Una visita al Santuario de Atotonilco, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO

May 17, 2018
Por TAO Mexico
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Al final de la tarde de un día de trabajo, me encuentro sentado en un banco de madera en el Santuario de Atotonilco. Los tonos sagrados de los cantos gregorianos retumban a mi alrededor. Aparte de eso, está quieto, tan quieto, que puedo oír el silencio entre las notas. Así que todavía puedo sentir los colores que caen de los murales sobre mi cabeza y a mi alrededor. Incluso puedo escuchar las súplicas de los mendigos, los gritos dolorosos de los condenados, y los tonos amorosos de los santos representados en esos murales.

El Santuario de Atotonilco no siempre es tan tranquilo. Ya que no solo es uno de los lugares favoritos de los turistas de la zona, sino que también es un importante lugar de peregrinación. Este humilde edificio es uno de los santuarios más sagrados de México. Vale la pena hacer tu propia peregrinación a Atotonilco, para ver porque la UNESCO lo consideró digno de ser nombrado Patrimonio de la Humanidad en 2008.

La iglesia y el pueblo de Atotonilco están ubicados cerca de San Miguel de Allende en la carretera Dolores fuera de la ciudad, a una distancia de 12 kilómetros después del Club de Golf Las Ventanas y, después de la entrada al Valle de Los Senderos se llega a la desviación rumbo a Atotonilco. Está bien señalizado. Seguir otros 2.4 kilómetros por este camino te hará llegar a la entrada del Santuario.

Atotonilco es una fiesta para los sentidos… y el espíritu

En primera instancia la iglesia, no da ninguna señal de la gloria que se encuentra en su interior. Sus paredes son blancas y lisas, de 10 metros de altura. Tienen un aspecto de fortaleza, un poco prohibitivo y brillante al sol mexicano. La entrada al Santuario es una pesada puerta pequeña con doble madera bajo un arco mixtilíneo que mira hacia el este, hacia Jerusalén. Cuando entres mira hacia abajo y observa cómo el escalón de piedra que hay delante de la puerta se ha desgastado en un profundo abrevadero por los miles de peregrinos que lo han atravesado a lo largo de los siglos, algunos de ellos con las rodillas ensangrentadas. Probablemente tendrás que pararte un minuto para dejar que tus ojos se ajusten de la luz brillante del exterior a la oscuridad de la iglesia. Deja que tus sentidos descansen. Lentamente sintoniza tus oídos con la música y la quietud. Cuando estés listo, mira hacia arriba. Mira el techo, las paredes, el remolino de color y energía y la historia que te rodea.

Esta es la razón por la que al Santuario de Atotonilco se le llama La Capilla Sixtina de México. Casi cada centímetro de superficie visible está cubierto de murales pintados de flores y vírgenes, querubines y penitentes sangrantes, demonios y sus víctimas que sufren. La imagen de Jesucristo está en todas partes, en muchas apariencias y representaciones. Los murales cuentan gráficamente la historia de la vida de Cristo, especialmente la Pasión y Resurrección, y otras historias de los Evangelios. Estos murales son acentuados por esculturas, altares dorados, estatuas de santos, inscripciones y espejos pintados. Todo se combina en un mundo sensorial que te atrae y te mantiene atento.

El Santuario de Atotonilco como el sueño de un sacerdote hecho realidad

La iglesia fue fundada en 1740 por el Padre Luis Felipe Neri de Alfaro. Cuenta la leyenda que el padre Neri, quien había estado predicando en el pueblo cercano de Dolores, estaba enfermo y vino a esta zona para recibir los supuestos poderes curativos de las múltiples fuentes de agua termal cercanas. Mientras descansaba bajo un árbol, tuvo un sueño en el que Jesús se le apareció llevando una corona de espinas y una cruz. Cristo le dijo al Padre Neri que quería que este lugar fuera un centro de penitencia y oración. Aquí fue cuando inició todo.

La construcción de la iglesia continuó durante los siguientes 36 años. El Padre Neri encomendó a un artista local, Miguel Antonio Martínez de Pocasangre, que pintara los murales que relatan la vida de Cristo al estilo barroco folclórico mexicano. El estilo se asemeja a la pintura flamenca de la época, conocida por los grabados belgas traídos al Nuevo Mundo por los españoles.

Los murales son coloridos, pero no de la misma manera rica y vívida que los frescos originales de la Capilla Sixtina. El Padre Neri parecía disfrutar enfatizando los aspectos más sangrientos de su fe, por lo que el color más común en los murales es el rojo óxido, el color de la sangre seca. Rojo y negro, gris y azul oscuro contrastan con una base blanca, que predominan en las turbulentas escenas.

Los laterales de la iglesia están salpicados de varias capillas. La Capilla del Santísimo Sacramento parece casi austera con el gran contraste de sus paredes sin pintar. Pero la capilla del Rosario lo compensa con su altar adornado, fuertemente tallado, centrado en una estatua de la Virgen del Rosario.

El Padre Neri creía en la penitencia física, y su iglesia ha sido un santuario de peregrinación al ejercicio desde que fue construida. Cada año se destinan varias semanas a los ritos de penitencia. Los peregrinos vienen de todas partes de México, llegando a los cinco mil en una sola semana. Muchos terminan el viaje de rodillas, usan camisas de lana, se atan fajos de nopal espinoso al pecho o se colocan coronas de espinas en la cabeza. Los penitentes también incluyen a los flagelantes, que se azotan con cuerdas anudadas para experimentar el dolor que Cristo sintió en su camino al Calvario. Hay dormitorios y comedores especiales para los peregrinos, que al año pueden llegar a los 100 mil.

El Señor de la columna en Atotonilco.

En el lado derecho de la iglesia, presta especial atención a la estatua de Cristo, sangrando de ser azotado y apoyado con pesadez en una columna tallada. Es conocido como Nuestro Señor de la Columna. Cada año, una semana antes del comienzo de la Semana Santa, esta estatua es cuidadosamente envuelta en seda y lino y es llevada a San Miguel de Allende.

Para la peregrinación, cientos de personas llevan linternas de bronce para iluminar la oscuridad, entonan cánticos y levantan pesados palanquines de madera con santos en la parte superior. Las hogueras a lo largo de la ruta los impulsan, y los fuegos artificiales estallan en el cielo. La procesión sale de Atotonilco a medianoche y llega a San Miguel poco antes del amanecer.

Al llegar al borde de la ciudad, se retiran las mantas que cubren la estatua, y el Cristo es llevado por la Avenida Independencia hacía el interior de San Miguel. La calle está decorada con pancartas y arcos, los adoquines están cubiertos de elaboradas "alfombras" con diseños fantásticos en aserrín de colores, hierbas frescas y pétalos de flores. Cada centímetro sobrante de la calle está cubierto de manzanilla, que emite su embriagador aroma mientras es aplastada bajo los pies de los peregrinos. La procesión continúa cuesta abajo y termina en la Iglesia de San Juan de Dios. Esta procesión marca el verdadero comienzo de la temporada de Semana Santa en San Miguel.

Rescatando el Santuario de Atotonilco para el futuro

Después de más de dos siglos enterrados por el polvo, la suciedad y la humedad de los manantiales subterráneos, los murales de Atotonilco estaban en mal estado. En 1994, el Fondo Mundial de Monumentos lo nombró uno de los 100 monumentos más amenazados del mundo. Esto desembocó en un gran trabajo de restauración en el mismo año. Las paredes fueron limpiadas, la iglesia ventilada. Se instaló un nuevo sistema de drenaje y se reforzaron los cimientos. Los murales fueron restaurados al más alto nivel por artistas que habían trabajado en la actual Capilla Sixtina de Roma.

En 2008, cuando la zona central de San Miguel de Allende fue declarada Patrimonio de la Humanidad, el Santuario de Atotonilco fue agregado a la lista. Fue citado como un "ejemplo excepcional del intercambio entre culturas europeas y latinoamericanas" y fue llamado "uno de los mejores ejemplos de arte barroco y arquitectura barroca en la Nueva España".

El Santuario de Atotonilco en la Historia de México

El Santuario es también un lugar para viajeros interesados en la historia de México, ya que este ocupa un lugar especial en la lucha por la independencia del país contra España. Después de que el cura Miguel Hidalgo, un sacerdote de la cercana ciudad de Dolores Hidalgo, llamara a la gente a las armas y los animara a luchar contra las autoridades españolas en septiembre de 1810, Atotonilco fue el primer lugar donde dirigió a su ejército de trapo, pero en crecimiento. Aquí levantó la bandera de la Virgen de Guadalupe, la Santa Patrona de las Américas, para usarla como su estandarte. Luego, al mando de las tropas, con una pancarta en la mano, tomo rumbo hacia a San Miguel de Allende y comenzó la Guerra por la Independencia. Una réplica del estandarte se puede apreciar en la Capilla del Rosario.

El Santuario de Atotonilco es un lugar de belleza y poder espiritual, un lugar de peregrinación para católicos, artistas y turistas. Su proximidad a San Miguel de Allende, lo hace un lugar perfecto para una tarde fuera de la ciudad. El pueblo que lo rodea ofrece muchos lugares para comprar recuerdos religiosos, arte y artesanía folclórica, donde también se puede hacer una parada para tomar un café o almorzar. Asegúrate de añadirlo a tu lista de cosas que debes hacer durante tu estancia en San Miguel.